miércoles, 10 de abril de 2013

ENSAYO PERSONAL "Ética para Amador" por Fernanda Becerra

INTRODUCCIÓN

“Ética para Amador” es un libro que Fernando Savater le escribe – en el año 1991 – a su hijo Amador. En el cual, el autor trata temas para él cruciales tales como la ética, la moral, la libertad, sobre vivir “bien”, el respeto, remordimiento, conciencia, entre otros. Todos estos los expone enfocándose siempre en una comunicación o interacción con nuestro entorno.

Comienza su relato diciendo que existen actos que en primera instancia parecen ser “buenos” o “malos”, pero va a depender del contexto y del punto de vista de cada uno como se interpreten estas acciones. Savater nos da el ejemplo de las termitas, como ellas sin pensar y por un tema de instinto, arriesgan su vida por un bien mayor: proteger su hormiguero, sin importar el costo que esto conlleve (en muchas ocasiones la muerte). Al contrario de las termitas, los humanos tenemos la capacidad de reflexionar sobre las cosas que nos acontecen, para luego poder optar sobre qué camino deseamos tomar, que será el que más nos convenga. Es aquí donde el autor extrae el término de libertad, al que le da mucho énfasis en todo el transcurso del libro.

En este ensayo, se hará una síntesis y un análisis del texto leído, en el que se tratarán los temas de ética, moral, libertad, toma de decisiones, el lenguaje, humanización, saber vivir, motivos que mueven nuestras acciones (órdenes, costumbres y caprichos), entre otros, desde un punto de vista personal. Para finalmente entregar una conclusión de la misma índole respecto a los temas aquí expuestos.


SÍNTESIS

Es sabido, que existen cosas que nos convienen y otras que no, a las primeras solemos ponerle el calificativo de buenas y a las segundas de malas; pero en el ámbito de las relaciones humanas, esto no es tan sencillo. La connotación que tengan las cosas, va a depender de las circunstancias; “lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones apariencias de malo”.

Como humanos que somos, podemos optar por lo que nos parece bueno, frente a lo que nos parece malo. Esto es gracias a que somos seres libres, capaces de elegir lo que queramos hacer con nuestras vidas. Al poder elegir, podemos también equivocarnos. Que es lo que nos diferencia de los animales.

No podemos elegir lo que nos pasa, pero si podemos optar por qué hacer frente a distintas situaciones. Para seleccionar entre una opción u otra, nos movemos por los motivos, que son nuestras razones para hacer algo. Existen tres tipos, las órdenes (obligaciones), las costumbres (comodidad de seguir la rutina o la masa) y los caprichos (deseos personales). Va a depender de la índole de las circunstancias si nos vamos a guiar por las órdenes, las costumbres o los caprichos. En resumidas cuentas, está en nosotros el poder de discriminar sobre que camino tomar; podemos hacer lo que queramos. Y es al tomar nuestras propias decisiones, cuando pasamos a ser responsables de ellas.

El atreverse a hacer lo que uno quiere, es finalmente “darse la buena vida”. Y como humanos, esto consiste principalmente en relacionarse correctamente con otros humanos. Uno no puede ser por si mismo, sino que lo es dentro de un contexto cultural. “La humanización es un proceso recíproco”; para yo ser humano, debo hacer a los otros humanos, de igual manera. Al tratar a las personas como personas, tomo en cuenta sus deseos y necesidades, y así hago posible que se me retribuya.

Darse la buena vida, implica reflexionar sobre lo que se hace, y cómo es que queremos vivir esta buena vida. Además de ser concientes, debemos ser consecuentes con nuestras acciones para conseguir lo que queremos. Cuando nos vemos ante un acto contradictorio de acuerdo a lo que queremos lograr como humanos, es cuando aparece en nosotros el remordimiento, que no se da por otra cosa que por la libertad de elegir.

Al optar, se nos agrega una característica dependiendo de la elección que se haya tomado, pero independiente de esta, siempre seguiremos siendo humanos. 


ANÁLISIS

El texto comienza diciendo que lo bueno y lo malo va a depender de lo que le conviene o no a una persona. Inmediatamente esto nos indica que es muy difícil catalogar algo como bueno o malo, ya que el planteamiento vendría siendo algo netamente personal y por lo tanto, subjetivo. Por ejemplo, mi grupo favorito va a dar un concierto pero no tengo el dinero para pagar la entrada. Lo “bueno” para mi sería lograr ir pero, ¿a qué costo? ¿Sería en este caso lo conveniente robar para conseguir la entrada y ver el recital? ¿O me quedo con lo “malo” para mí y no voy? A diario nos topamos con encrucijadas como la recién descrita, y es nuestra moral la que toma la decisión en estos casos. Creada por influencias a lo largo de nuestra vida (familia, escuela, barrio, país) y reafirmada a medida que nos relacionamos con otros. Por lo que va a depender de nuestra propia escala de valores, lo que haríamos en una situación como esta. 

De lo anterior extraemos que podemos tomar nuestras propias decisiones porque somos hombres y mujeres libres. Teniendo claro que esta libertad se encuentra acotada dentro de un país con leyes, normas, reglas, religión y otros seres igual de libres que yo. De este último punto decimos que la libertad de uno, termina cuando comienza la libertad del otro. Que a final de cuentas es respetar al prójimo, y tratarlo como uno quiere ser tratado (teniendo en cuenta las diferencias personales de cada uno).

Siguiendo con lo anterior, ¿Por qué hacemos lo que hacemos? A simple vista parece una pregunta redundante, pero si la analizamos detenidamente es la misma respuesta al cuestionamiento de ¿quién soy? Y es, la respuesta a esa pregunta la que va a indicar hasta que punto podemos llegar con nuestros actos. Por ejemplo, si tu jefe te dice que saltes por la ventana, por más que tenga cierta autoridad sobre ti, no será eso motivo suficiente para hacerlo ¿o sí? Aquí se ve reflejada nuevamente nuestra naturaleza de hombres libres, y dependiendo de qué tipo de hombre libre seamos será lo que estemos dispuestos a hacer.

Otros de los motivos que se exponen en el texto y en los que me gustaría detenerme, son en las costumbres y caprichos. Las costumbres están asociadas a la comodidad de seguir la rutina, de nuestro interés por no contrariar a otros (presiones externas), es aquí donde creo que se puede asemejar al poder de la situación, al poder que ejercen los otros sobre ti. La influencia de la familia, el círculo de amigos, o de los medios masivos de comunicación recae en uno haciéndonos muchas veces hacer cosas (positivas o negativas) que sin esa presión no haríamos. Es por esto que debemos tener muy claro quienes somos y cuáles son nuestros valores, para que los agentes externos a los que nos vemos enfrentados diariamente, no resulten en influencias negativas.

Por otro lado nos encontramos con los caprichos, que a diferencia de las órdenes y de las costumbres (fuentes externas), vienen desde nuestro interior, son nuestros deseos personales, son espontáneos. Al ser personales, pueden caer en la connotación de “inmorales” de acuerdo al contexto en el que vivimos y por las leyes que nos rigen. El tema está en que brotan de forma espontánea, pero es nuestro ser racional (y guiado por nuestra morada) quien filtra la expresión de esos motivos.

Darse la buena vida, lo veo como una reflexión constante acerca de lo que somos y lo que queremos llegar a ser. Actuando de forma acorde a este pensamiento, es decir, siendo coherentes con nosotros mismos. Además, implica presentarse ante la vida con un respeto de forma transversal, a todas las personas, sin importar clase social, color de piel, tipo de educación, religión o discapacidad que ésta pueda tener. Al relacionarnos con otro teniendo en cuenta que es igual de importante que tu, igual de libre, que tiene miedos, deseos, fuerzas y debilidades, entramos en una especie de armonía, que nos beneficia a ambos.

Todo lo relatado anteriormente suena un poco utópico. El que siempre obremos bien está bastante lejos de lo que ocurre generalmente. Es cuando uno actúa mal (entendiéndose como algo que no nos conviene o que está fuera de nuestra escala de valores) que aparece el remordimiento, que no es más que un descontento por la elección que hemos hecho. Muchas veces tomamos una decisión, la que después de un tiempo no nos parece tan acertada como en el momento que la tomamos, esto puede deberse a que nos dejamos influenciar por agentes externos, o por haber omitido la parte de la reflexión. Esto nos puede llevar a enojos o a arrepentirnos tajantemente de lo que hemos hecho, pero acá está el punto importante: somos seres libres, a los que se les está permitido equivocarse, y volver a intentarlo. Guardando las magnitudes de cada caso, creo que la posibilidad de perdonar (a otros y a nosotros mismos) es una característica que tenemos exclusivamente los humanos.


CONCLUSIÓN

En el texto, Savater menciona, que la mayor gratificación que nos puede entregar la vida es la alegría. Por más simple que esto parezca, es el centro de todas las cosas, es por lograr este anhelado fin que ponemos muchas veces nuestra moral a prueba.

Lo que realmente necesitamos hacer es aceptarnos como somos, sentirnos importantes y a la vez, aceptar como iguales a los que nos rodean. Debemos dejar un poco de lado lo que las masas llaman “correcto”, porque bien sabemos que a lo largo de la historia, los grandes genios y pensadores no han sido (ni son) los que se amoldan al resto, ni los que se conforman con una verdad que se les es impuesta.

El “darse la buena vida” corresponde a respetar, que te respeten, hacer lo que tú quieras pero sin pasar a llevar a los demás, equivocarse, reflexionar, ser consecuente con lo que decimos y pensamos, sentir placer, sufrir, nuevamente equivocarse, aprender…

Creo que todo tiene que tener un cierto equilibrio, y este libro lo expone de esa manera. Es imposible pretender ser perfecto, porque no es posible generar un parámetro de perfección. Cada ser humano es distinto y al mismo tiempo valioso y respetable por eso. Por lo que conociéndonos a cabalidad podemos descubrir que es lo que en realidad queremos y así gestionar las acciones necesarias para conseguir nuestra meta en la vida.

Extrapolándolo a la práctica fonoaudiológica, es netamente lo que he dicho. Respetar las diferencias individuales (tuyas y del otro), y ser una herramienta para que se logre una comunicación, que es como nos relacionamos y le decimos al mundo lo que queremos.

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